XIV Premios Literarios Ateneo Blasco Ibáñez 2023

Premiados en los XIV
Premios Literarios Ateneo Blasco Ibáñez
Homenaje a Blasco Ibáñez
Sábado, 29 de enero, a las 18:15 h,
en el Ateneo Marítimo

Reseña del acto

El 29 de enero, fecha del nacimiento de Vicente Blasco Ibáñez, el ateneo que lleva su nombre rindió, como todos los años, un sentido homenaje a su patrono. Tras el discurso de la presidente de la asociación literaria, Isabel Oliver, seis poetas del Ateneo leyeron poemas a él dedicados, y fragmentos de los escritos blasquistas. A continuación se hizo entrega de los seis premios, tres de poesía y tres de narrativa, dotados económicamente además de una placa conmemorativa y la insignia del Ateneo Blasco Ibáñez: un broche de plata de ley, la Pluma de Plata. La entrega de premios contó con la ayuda de la ex consellera, Consuelo Ciscar. El acto estuvo amenizado por el músico, Josep Aznar, quien arrancó calurosos aplausos tras sus dos intervenciones.

Los ganadores del XIV Certamen Ateneo Blasco Ibáñez 2022

Premiados con 200, 150 y 100 €, más placa e insignia de plata de ley, han sido:

POESÍA

3er Premio a D. Antonio Capilla Loma. «Los pies han alcanzado el horizonte»
2º Premio a Dña. Encarna Beltrán-Huertas. «Cantata de voz oculta»
1er Premio a D. Luis Auñón Muelas «Desesperada ausencia»

NARRATIVA

3er Premio a D. José Antonio Olmedo López-Amor. «El accidente»
2º Premio a Dña. Elisabetta Bagli. «Las ramas secas»
1er Premio a D. Ramón Luque Sánchez. «Historia de un hombre con manta»

Actas del Jurado

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Vídeo del acto

Reseñas en periódicos de José Antonio Olmedo López-Amor

Discurso Homenaje a Blasco Ibáñez, por Isabel Oliver

Señoras y señores premiados, miembros del Ateneo Blasco Ibáñez, simpatizantes y amigos: buenas tardes y sean bienvenidos a este acto de homenaje a al insigne escritor y político, Vicente Blasco Ibáñez.

Yo no sé si Blasco Ibáñez pensaría alguna vez, cuánto tiempo tardarían los valencianos en olvidarse de él cuando ya no estuviese entre nosotros. Ayer hizo 95 años que falleció y hoy se cumplen 156 años de su nacimiento. Yo no sé si alguna vez, durante los últimos días de su vida, en su casa de Mentón, pensó qué se haría de sus novelas cuando él dejara de avalarlas con su activa presencia. Quizá se preguntó alguna vez si su proyecto de unir la capital del Turia con una avenida hasta el mar sería realidad algún día y si en España habría libertad de expresión alguna vez.

Estas son preocupaciones legítimas de cualquier persona que quiere preservar su patrimonio intelectual y saber si germinará la semilla social que plantó. Solo, que es posible que Blasco no pudiera imaginar que los valencianos le recordemos tanto, le admiremos tanto y le agradezcamos tanto el haber trabajado desde la política por los valencianos y haber llevado el nombre de nuestra tierra a lugares insospechados a través de sus novelas costumbristas.

El Ateneo Blasco Ibáñez le tiene como su patrono y ha cogido su testigo social para seguir la labor que él llevara a cabo.

Hoy hace 156 años que nació y sigue entre nosotros. Los valencianos no olvidamos que un día de mayo de 1921, en el Cabañal, se dirigió a nosotros diciendo: «Quiero descansar en el más modesto cementerio valenciano, junto al Mare Nostrum que llenó de idea mi espíritu».

Yo voy a dar unas pequeñas pinceladas acerca de la personalidad política y literaria de Vicente Blasco Ibáñez.

Cuando Blasco viene al mundo el veintinueve de enero de 1867.España vive un clima político desestabilizante que dos años más tarde culminará con el derrocamiento de la reina Isabel II. El ambiente liberal en el que crece Blasco Ibáñez será determinante para su formación y elección de militancia política.

En Blasco la palabra escrita y la política son indisociables: Con diecisiete años ya se sentó en el banquillo de los acusados como reo de lesa majestad, por escribir un soneto contra todas las monarquías. Y le seguirían otras ocasiones a lo largo de su vida en las que sería encarcelado, y otras en las que se exiliaría para no serlo.

Blasco político se gesta en el ambiente republicano de su entorno y se parirá a sí mismo años más tarde como escritor y político a través de sus escritos y sus manifestaciones activas.

Desde la adolescencia escogió los ideales democráticos de la Revolución Francesa: libertad, igualdad y fraternidad; y puso al servicio de estos tres sagrados valores su talento como escritor denunciando las grandes carencias precisamente, de libertad, igualdad y fraternidad que sufría la capa española más modesta de la sociedad.

Para ello, fundó dos periódicos: la Bandera Federal, con sólo veintitrés años y El Pueblo. Para ello escribió primero las novelas regionales, y después las sociales.

A un escritor comprometido no le basta con airear las situaciones vergonzantes e injustas. Se va implicando tanto que llega un momento en que se da cuenta de que la crítica por sí sola no basta frente a los argumentos legales del poder: Tiene que formar parte del juego político de ese poder, para desde la legalidad favorecer el cambio.

En 1898 fue elegido diputado a Cortes y lo sería durante siete legislaturas. Los trabajos que implantó y las reformas que impulsó llegan hasta nuestros días para orgullo de Valencia y de los valencianos. Bajo su influencia se pavimentaron las calles alejadas del centro de la ciudad, se dio más sueldo y categoría a los maestros, se fomentó la educación y la cultura; Blasco crea la Banda de música municipal con sesenta profesores e impulsa la creación de las escuelas de Pescadores en el Cabañal. Trabajó dentro de su partido para conseguir que se cerraran burdeles y se abrieran nuevas y amplias vías.

Como servidor en las Cortes Valencianas, se llevaron a cabo algunos de estos proyectos, y otros todavía hoy están sin acabar, como es el trazado del paseo Valencia al Mar, que se ha detenido a su paso por El Cabañal.

Blasco mostraba una gran dedicación al impulso de la cultura.

Yo he dicho muchas veces al analizar esta conducta de excesivo celo por el hecho cultural que manifestaba Blasco, que debía creer, y así trataba de hacerlo entender, que en una sociedad culta es más difícil la manipulación. Que a través de la cultura se adquiere la capacidad de comparar y, por tanto, de elegir. Que una sociedad culta hace a sus componentes libres.

Blasco amó tanto a Valencia que temía morir fuera de ella y que sus restos no fueran enterrados aquí, por eso nos dejó su testamento de deseo en una comparecencia que, dentro de una semana de agasajos a su persona organizada por el Alcalde Ricardo Samper, en mayo de 1921, dijo: «Quiero descansar en el más modesto cementerio valenciano, junto al Mare Nostrum que llenó de ideal mi espíritu; quiero que mi cuerpo se confunda con esta tierra de Valencia, que es el amor de mis amores».

Sin embargo, no fue en Valencia, sino en Mentón donde falleció, victima de una bronconeumonía cuando se disponía a escribir, según él, la mejor de sus novelas: la llamaría La juventud del mundo. Era el 28 de enero de 1928.

Cinco años más tarde, en 1933, todos los periódicos del mundo se hacían eco de una noticia. Reproduzco escuetamente la de uno de ellos:

«El 29 de octubre llegaron a nuestro puerto los restos mortales de Vicente Blasco Ibáñez fallecido en 1928 en la ciudad francesa de Menton. A hombros de 22 hombres fue trasladado por todo el Camino del Grao hasta Valencia, en medio de una de las más impresionantes manifestaciones de duelo que se recuerdan. Al funeral asistieron el presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, y varios miembros del Gobierno. De esta manera se cumplían los deseos del escritor expresados en la fiesta de la calle la Barraca. En la avenida del Puerto las bandas de música interpretaban composiciones al paso del féretro».

Estimados amigos, hoy, como todos los años, los ateneístas blasquistas, estamos reunidos para recordar a un gran político, un gran escritor y un gran hombre que por encima de toda consideración amó a Valencia como buen hijo.

A continuación, algunos de nuestros poetas le van a leer un poema a él dedicado y otros van a leernos algún fragmento de su obra.

Invitación al acto