{"id":1185,"date":"2015-01-29T14:46:45","date_gmt":"2015-01-29T14:46:45","guid":{"rendered":"http:\/\/ateneoblascoibanez.com\/?p=1185"},"modified":"2020-03-07T06:11:08","modified_gmt":"2020-03-07T06:11:08","slug":"aunon-muelas-aquel-lejano-otono","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/ateneoblascoibanez.com\/aunon-muelas-aquel-lejano-otono\/","title":{"rendered":"Luis Au\u00f1\u00f3n: Aquel Lejano Oto\u00f1o"},"content":{"rendered":"
<\/p>\n
Todav\u00eda recuerda la lluvia de aquel lejano oto\u00f1o.
\nLas gotas resbalando por sus cabellos,
\ndesliz\u00e1ndose por las cuencas de sus ojos
\nen el tiempo cuando lo amaba todav\u00eda.
\nLas mujeres no aman mucho tiempo a los poetas.
\nY el deseo acaba diluido en el vac\u00edo de sus versos
\ny en el atroz silencio de la lluvia
\nde un oto\u00f1o cualquiera, en una ciudad cualquiera,
\nen un parque cualquiera cuando el agua escurre
\npor los resquicios abiertos de la tarde
\ny las hojas empapadas de los \u00e1lamos.<\/p>\n
* * * * *<\/p>\n
Hac\u00eda fr\u00edo aquel oto\u00f1o y llov\u00eda en sus pupilas.
\nLe ofreci\u00f3 el paraguas para refugiarse de la lluvia.
\nPero ella lo rechaz\u00f3 con esa c\u00ednica sonrisa
\nque ser\u00eda por siempre la atroz respuesta a sus cumplidos.
\nFue el primer acto de rebeld\u00eda.
\nEl primer desplante que sufri\u00f3 el poeta.
\n-Me gusta pasear bajo la lluvia sin paraguas \u2013dijo-.
\nLas mujeres tambi\u00e9n somos esclavas del lirismo.<\/p>\n
* * * *<\/p>\n
Avanzan como una sola sombra.
\nEnlazados por la cintura con sus manos.
\nHombre y mujer caminan juntos,
\nrondan el amor en las tinieblas de los sue\u00f1os
\nperdidos en el fr\u00edo laberinto de la oscuridad.
\nMarchan hacia un horizonte desconocido
\nque rompa el secreto de la noche
\nen las angostas calles del bulevar
\ny las aceras mojadas por la lluvia.
\nLa noche oculta el enigma
\nde esa historia de amor, indescifrable,
\na no ser por la mujer que conoce el coraz\u00f3n
\ndel poeta solitario que vaga en la noche.<\/p>\n
* * * *<\/p>\n
Tiemblan las manos del poeta
\nmientras desechan los botones del vestido.
\nOscila, en el techo, la ara\u00f1a roja suspendida en el vac\u00edo.
\nArroja sus luces de colores sobre las s\u00e1banas
\nmientras en un viejo aparato de radio
\nsuena una canci\u00f3n de Charles Arnavour.
\nEl poeta cabalga las carnes blancas de la mujer.
\nSe pierde por no sabe qu\u00e9 extra\u00f1os derroteros,
\npara\u00edsos perdidos, paradis\u00edacos mares
\ndonde su barca navega tambaleada por la tempestad.
\nSuda. Se balancea en el abismo.
\nDeambula a la deriva.
\nLe salva del naufragio el deseo
\nque le hace enloquecer.
\nNunca le hab\u00eda sucedido antes.
\nNunca hab\u00eda amado as\u00ed el poeta.
\nSonr\u00ede mientras cierra los ojos
\ny acaricia levemente la guinda dulce de sus senos.<\/p>\n
* * * *<\/div><\/div>
Palpa el cuerpo desnudo de la mujer entre las s\u00e1banas.
\nAbre la ventana y deja que la luz acaricie sus cuerpos,
\nlas paredes, las formas dormidas de la estancia…
\nMira a la calle y contempla el paisaje
\nen el que s\u00f3lo queda de entonces
\nalg\u00fan detalle que el tiempo perdon\u00f3.
\nLa imagina, con su andar de puntillas,
\ndiluy\u00e9ndose en la oscuridad de la noche,
\ncaminando por la acera solitaria.
\nLa contempla silencioso mientras piensa
\nque todo pudo haber sido distinto.<\/p>\n
* * * *<\/p>\n
El poeta sigue ah\u00ed,
\ncomo si pretendiera eternizar este momento.
\nQuiere dar cuerda de cangrejo a la memoria
\nhasta detener el tiempo en el preciso instante
\nen que ella se arrullaba entre sus brazos.
\nAntes de que cambiara el rumbo de su vida.
\nAntes de que el amor llamase a su puerta
\ny le abriera de par en par los postigos del alma.
\nAntes de que s\u00f3lo quedara el olvido
\ny el recuerdo como un sue\u00f1o tras sus ojos.
\nEl poeta intenta, in\u00fatilmente, volver al lejano oto\u00f1o,
\ndetener el reloj y eternizar aquel momento.<\/p>\n
* * * * *<\/p>\n
No es tiempo de reproches, de pedir explicaciones.
\nDe rendir cuentas de lo que no fue.
\nHa pasado mucho tiempo ya de todo aquello
\ny la lluvia ha borrado las huellas de la acera.
\nNo sabe si es la misma mujer de entonces o es otra
\nla que ahora le habla del pasado y del olvido.<\/p>\n
* * * * *<\/p>\n
Se amaron como nunca hab\u00edan amado.
\nCon un gesto en la mirada
\nque nada ten\u00eda que ver con el reproche.
\nDetuvieron el tiempo contemplando el vuelo de las lib\u00e9lulas
\nque acompa\u00f1an a los amantes en las riberas de los r\u00edos.
\nRestablecieron el orden en sus vidas.
\nDespertaron al tiempo nuevo, al sue\u00f1o nuevo.
\nDispuestos a olvidar.<\/p>\n
* * * * *<\/p>\n
El poeta desanda lo andado
\ny acepta la lluvia sobre su cuerpo
\nen el oscuro asfalto de la calle.
\nCierra el paraguas y avanza
\nhacia el horizonte infinito de otro tiempo,
\ndistinto de aquel lejano oto\u00f1o.
\nEl poeta contempla el cuerpo desnudo de la mujer
\nmientras fuma un cigarrillo rubio Nobel,
\nbebe un largo trago de gin tonic y esboza una sonrisa.
\nLa mujer regres\u00f3 un d\u00eda gris bajo la lluvia,
\nsubi\u00f3 los escalones del bar de copas
\ndonde siempre la esper\u00f3,
\nbes\u00f3 al poeta y se qued\u00f3 con \u00e9l.<\/p>\n<\/div><\/div><\/div>\n