Juan Benito Rodríguez: No seré

1er premio de relato del I Certamen Literario del Ateneo Blasco Ibáñez 2010

NO SERÉ

¿Qué ha pasado? Mi proyecto de corazón se ha sobresaltado y no cesa de agitarse. Nunca antes había sentido esta sensación que no sé si debo sentirla como buena o como mala. Bueno lo cierto es que también es la primera vez que siento que tomo consciencia, pero no sé de qué.

Hasta ahora el sueño del cual me han despertado no me dejaba pensar, ¿sería correcto decir pensar?, digamos que sí. En mi frágil cerebro siento que esto debía de pasar, que debía de despertar, de percibir… no sé de qué ni para qué, pero algo me dice en lo más profundo de mis incipientes sentidos, que aún no era el momento convenido para despertar, para percibir…

¡Ay! Algo ha incidido en el contenedor que me acoge, algo no bueno, pues en un momento he sentido como se desvanecía el flujo del hilo que me une al contenedor. Al desvanecerse el flujo de ese hilo por un instante he notado como me volvía a perder en ese otro estado de, ‘no consciencia’, del cual acabo de despertar y, la verdad no me gustaría volver a él… bueno no sé porqué no me gustaría volver a él, pues como no lo recuerdo bien, no sé si sería bueno o malo, y en este receptáculo donde me encuentro tampoco es que me halle demasiado bien, estoy muy apretado, pero en mi transparente y casi inconsistente piel, siento que lo que ha de venir me ha de gustar. Será intuición femenina… o quizá un varonil presentimiento… ¡Aún no sé que será, pues todavía no tengo claro mi sexo! Pero sea lo que sea seguro que mis padres me querrán…

Mis padres… esa palabra la he oído numerosas veces mientras he estado en ese estado de ‘no consciencia’. ¡Claro! Padres, padre y madre… ahora voy entendiendo un poco, pero me cuesta, apenas llevo en este nuevo estado unos minutos.

¡Qué horror! Mis inacabados oídos han percibido un ensordecedor clamor que no les ha parecido agradable, más que clamor, era una especie de… como si hablaran fuerte… un grito, mi contenedor ha exhalado un grito, mi madre ha exhalado un dramático grito que…

De nuevo despierto, por unos momentos me ha faltado ese hilo de vida que penetra en mí a través de este cordón que me une a mi madre, ¡claro!, ¡mi madre! Pero que ha ocurrido, el acompasado resonar del corazón que me ha acompañado desde siempre y con el cual he dormido, he crecido, me he tranquilizado y no he sentido miedo de estar sólo flotando en esta oscura bolsa, se agita fuerte y de una manera desacompasada. ¿Qué habrá pasado mientras he vuelto por unos instantes a ese estado de ‘no consciencia’ que…? Pero… ¿Han sido unos instantes…? No puedo saberlo cierto pero mi cuerpo sigue igual, no ha crecido, lo que me indica que han sido tan solo unos instantes, unos minutos…

La agitación del corazón de mi madre hace que el hilo de vida que me une a ella se agite y descompense mi bienestar dentro de esta oscura bolsa. ¡Me ahogo! Aún no cumplen mis pulmones la función para la que están siendo formados y ya siento que me ahogo. ¡Esta extraña sensación sí que comienza a darme miedo! ¡Curioso sentimiento para quien no lo conocía apenas unos minutos atrás!

De fondo percibo un sonido que parece emanar desde lo más profundo de mi madre, pero no distingo qué es, su agitada respiración me impide escucharlo con claridad, además tampoco dispongo de elementos para poder compararlo, pero no percibo buenas vibraciones, algo no parece estar sucediendo según lo planeado.

Una voz gruesa resuena desde el exterior, no es la voz de mi madre luego imagino que será la voz de mi padre, pero la percibo ruda, fuerte, enfadada, ajena a mi madre y a mí mismo… Dice algo que no puedo alcanzar a oír, pero que repite una y otra vez, y otra y otra…

– ¡Levanta puta y no llores!

¡Llorar! Eso es lo que está haciendo mi madre, llorar, ¿pero qué es lo que ocurre?, estará enferma y mi padre querrá ayudarla, ¡pobrecita…! pero espera, espera un momento… algo me dice que no es así.

De mi anterior estado de ‘no consciencia’, siento que sí puedo percibir algunas vagas pero agradables sensaciones como ese especial calor cuando mi madre ponía la palma de su mano sobre su barriga, el armonioso sonido del discurrir de la vida en su interior y su nombre, el cual no recuerdo que fuera, ‘puta’… ¿Qué querrá decir puta? De cualquier manera ese no es el nombre de mi madre y la voz de mi padre me preocupa… no me transmite paz… ¡Vuelvo a sentir miedo!

Los lloros y suspiros de mi madre hacen que el fluido de vida que me llega de ella no sea regular y necesito de él para poder seguir pensando, para seguir adelante, pero no puedo hacer nada, nada está en mi mano, pero, ¿en la mano de quién estará…?

¡Ahhh! Qué extraña sensación. Mi cara y todo mi inacabado ser se ha precipitado hacia un lado de la oscura bolsa, el efecto del líquido que en ella hay y en el cual estoy suspendido, ha amortiguado la presión, pero de todos modos he sentido que algo cerca del que será mi brazo derecho ha producido un sonido fuera de toda normalidad. No siento dolor pues aún no puedo hacerlo, pero sí siento que algo en esa zona ha fallado.

Mi madre no cesa de llorar y eso me provoca cierto malestar que aunque no sé cómo definir, angustia mis pocos minutos de consciencia. La agitación de su corazón y su respiración fuerte y arrítmica me están consumiendo. ¡Necesito tranquilidad, necesito paz, necesito ese hilo de vida que me une a mi madre! Apenas estoy consciente unos minutos y he sentido miedo y sentimientos adversos más veces de las que hubiera necesitado para saber de ellos, igual lo que ha de venir no sea tan bueno como sería de esperar.

La gruesa voz de la persona que está con mi madre, no cesa de chillar, ¡cómo resuenan sus palabras dentro de mi bolsa! Sea lo que sea que esté diciendo, no es bueno. Las vibraciones de mi líquido vital no me restablecen la calma, al contrario, agita mi ser y hace que el funcionamiento en mi producción de células con las que ir cubriendo las etapas de mi formación, se ralentice, se detenga, si esto se prolonga en el tiempo, pronto la sincronía entre mi cuerpo y mi mente se perderá, pronto se… ¡Uf! Estoy cansado… realmente ese último golpe me ha confundido…

No hubiera querido pero he vuelto a sumirme en el primigenio estado de ‘no consciencia’ del cual salí hace unos instantes… bueno, realmente no sé cuánto tiempo… El que será mi brazo derecho no lo noto donde debería de estar, bueno simplemente no lo noto. Fuera de mi bolsa tan sólo oigo la voz ruda volviendo a llamar a mi madre eso que no sé qué significa y algunas cosas más que no consigo oír bien, y las que consigo oír, realmente no sé qué significan, pero hay algo que sin saber definirlo o saber qué es, me preocupa mucho.

Una presión puntiaguda, fuerte y por sorpresa incide en la barriga de mi madre golpeando mis piernas. Este impulso hace que me mueva rápidamente, floto de manera incontrolada, no sé cómo parar, no sé si puedo parar, el cordón que hace fluir la vida hacia mi ser hace un raro giro presagiando un mal acontecimiento. Si pudiera llorar, lloraría, pero tan sólo puedo esperar. Seguro que mi madre me ayudará.

¡Espera! ¿Qué es esto? Siento cierta humedad en el exterior, la barriga de mi madre se ha humedecido, pero no se está duchando, además a esa humedad la ha precedido los mismos síntomas que cuando acudía al baño en los primeros días de concebirme. Hace días que no lo hacía, no veo que esta circunstancia sea buena. La gruesa voz no deja de emitir groseros sonidos.

Mi madre ha dejado de llorar y el que fuera el grácil resonar de su corazón está poco a poco alargando cada vez más los espacios de tiempo entre un resonar y otro. Quizá ella aún no lo perciba, pero yo estoy más cerca de su corazón que ella misma y lo percibo con total claridad. Así como también percibo una parte fría y plana dentro del receptáculo de mi bolsa. Justo donde percibí la humedad. ¡Es horrible! El frío me está haciendo perder un calor que es fundamental para mí en estos momentos. Pero aún peor es la presión que sobre mí está ejerciendo esa parte que se ha aplanado en la barriga de mi madre, me está empujando hacia el interior de la misma, pero no puedo alejarme de esa planicie, me persigue, cuanto más espacio le dejo, más se acerca a mí y más grande se hace. Me está comprimiendo pero lo que es aún peor, está oprimiendo el cordón que desde mi madre me regala ese hilo de vida del cual dependo. Siento que mi ser no se alimenta como debe. No siento hambre, esas sensaciones aún no puedo sentirlas en mí inacabado cuerpo, pero sí siento que lo poco que ya tenía firmemente creado de mi cerebro comienza a hacerme pensar cosas sin demasiado sentido, es como si mi cerebro se estuviera apartando de mi realidad. ¿Es ésta una nueva y extraña sensación de ‘no consciencia’ como de la que he despertado?, puede… pero aquella la encontraba como un paso previo a ser… y ésta como un paso previo a no ser.

Los gritos de la ruda voz han cesado, así como los lloros y convulsiones de mi madre. Un fuerte ruido en el exterior aleja de mi toda unión con cualquier sonido externo. La presión de la parte plana del vientre de mi madre que me oprime, el frío y humedad en la misma y la falta del alimento que me ofrecía el cordón de vida me están haciendo perder de nuevo la consciencia, mientras los espacios sin sonido entre el resonar del corazón de mi madre se hacen más y más grandes… ¡Madre! ¿Qué te pasa? ¿Por qué no me ayudas? ¿No puedes?

Tras un indeterminado tiempo de un profundo silencio, tan sólo quebrado por el cada vez más esporádico e imperceptible resonar de su corazón, fue roto definitivamente por un enorme y confuso estruendo de voces y todo tipo de golpes y sonidos graves y agudos, los cuales no alcancé a reconocer en absoluto.

La fría y húmeda planicie del vientre de mi madre que me oprimía hacia el interior desapareció, pero el frío prosigue, los enérgicos movimientos hacia uno y otro lado se sucedían con más rapidez de lo que podía soportar. Sobre la barriga noto diferentes presiones y algún instrumento frío más bien largo. Vuelven las voces y gritos y con ellos más movimientos que me desplazaban dentro de mi oscura bolsa, sentí incluso que el cuerpo de mi madre volvía a erguirse, pero tan sólo fue por unos instantes.

Las voces y los gritos no cesaban de sucederse, me sentía confuso, triste, ¡solo!, solo como nunca antes había alcanzado a sentir a pesar de haberlo estado. La mayoría de los sonidos me eran totalmente desconocidos, pero entre ellos destacó un fuerte y agudo, ‘ni-no, ni-no, ni-no’ que penetró tan dentro de mí que inundó mi diminuto universo de tales vibraciones que llegaron a estremecerme.

El hilo de vida que me unía a mi madre se liberó, ¡de nuevo sentía su fluir dentro de mi ser!, pero muy débil, además junto a sus habituales nutrientes encontré elementos nuevos que no sabía cómo manejar, no eran naturales, no procedían de mi madre. Pensé que sería algún tipo de sustancia para ayudarla pues apenas podía sentir el resonar de su corazón, pero lo que le estaban suministrando para ayudarla a vivir, me estaba matando a mí.

El último resonar de su corazón lo percibí fuerte y claro, tras él, el hilo de vida que fluía desde ella llenando mi ser de la oportunidad de vivir, dejó de hacerlo. Algo dentro de mi inacabado cuerpo se estremeció. Mientras que de nuevo comenzaban a sucederse los movimientos bruscos y todo tipo de zarandeos, mi estado de consciencia, al que fui despertado antes de tiempo sentía que me abandonaba. ¡Me ahogaba! Cómo podía ahogarme en el mismo líquido que había servido de sustento para el inicio de mi formación y en el cual había estado suspendido durante varias semanas… ¡No podía saberlo!, pero lo cierto era que me ahogaba. Mi esperanza de vida iba pareja a la de mi madre y al cesar en ella la capacidad de suministrarme alimento, mi ser se condenó.

Desde mi enclaustrada existencia no podía valorar con certeza si el ser de ruda voz fue el culpable de esta situación, pero fue del único que no percibí paz…

Oigo muchas voces, ruidos y todo tipo de sonidos, pero éstos se van alejando de mí con cierta rapidez. El flujo de vida cesó de circular en mi interior y siento como mi incipiente cuerpo deja de producir la vida que me hacía crecer. Mi mente comienza a perderse de nuevo en esa conocida ‘no consciencia’. Comienzo a perder el sentido de lo que estoy pensando. Las voces y los sonidos del exterior cada vez los percibo mas atenuados, más lejanos, más irreales…. Cada vez me cuesta más poder hablar… cada ved je kusta ms pod…

– ¡Ya lo tengo!

– ¡Enfermera!

– Venga que aún podemos. ¡Corre!

– ¡No llora! ¡No llora!

© Juan Benito Rodríguez Manzanares