Isabel Oliver: El orden geológico de la vida

Primer Premio Matilde Lloria, 2007

El primer soneto explica la formación de la tierra y la aparición del agua.
El segundo la aparición de los animales y la vegetación.
El tercero y cuarto la aparición del hombre y la progresiva decadencia a que es sometida la Naturaleza, hasta llegar a un punto donde sólo ya le cabe pedir perdón y resignarse a desaparecer

EL ORDEN GEOLÓGICO DE LA VIDA

I

Al principio eras nada, polvo apenas,
flotando en universo silencioso.
El tiempo te arropó en abrazo ocioso,
paciente seductor de lunas llenas.

De orden cronológico te plenas
y la fertilidad, nombre precioso,
va gestando en tu vientre su grandioso
milagro de verdor que hay en tus venas.

El aire se quedó a vivir contigo.
Con su respiración besó tus pechos.
De tu explosión de vida él fue testigo.

Has abierto tus ojos parturientos.
La sed que moja y sacia se ha crecido
manando de tus centros satisfechos.

II

¡Joven amanecer de la alegría!
De verde intenso y blanco congelado;
de rojo fuego y techo azul poblado,
en noches claras de brillo y armonía.

De brava mar salada, que en porfía,
al sibilar del viento se ha aliado.
A cascadas y ríos ha llamado
a orquestar en su orilla poesía.

Tu olor de tierra es de flores preñadas.
La luz dorada ha besado tu frente:
¡ Ya han madurado tus frutas tempranas!

Trinan las aves sobre verde en celo.
Hay un jolgorio en el aire latente,
y el arco iris se mece en tu cielo.

III

En tu baño turquesa sumergida
sientes pasar al tiempo lentamente
y alcanzas mayoría concluyente
con la especie pensante aparecida.

Yo arrasé tu verdor hasta la herida.
Oro y piedras preciosas, brutalmente,
dejaste arrebatarte dócilmente
mientras llamé progreso a tu caída.

Es cierto que en un tiempo ya lejano
cultivé el esplendor de las culturas
y conviví en la paz de tu hermosura.

Mas, hoy que todo tengo ya inventado,
mi sed de más no conoce ataduras
y caigo al precipicio por mi mano.

IV

Si giras, Madre Tierra, suspendida
en la bóveda azul del infinito
custodiando la vida, ¿por qué evito
tu desgarrada voz casi abatida?

¿Por qué hundo mi brazo hasta la herida
de tu vientre fecundo, hoy marchito,
por el servil propósito de un rito
sin ver de mi codicia la medida?

Extinguí a las especies de los mares,
agoté el agua, dejé libre al fuego.
A todo medio ambiente di pesares.

Tras esta reflexión muy tarde llego:
tu agonía es mi tumba, y con certeza,
llamarme HUMANIDAD mi gran vileza.

© Isabel Oliver González ver currículum »