Isabel Oliver: Alejandrinos blancos para la luz

Accesit i Premios de Creación Literaria de la Biblioteca Valenciana
Isabel Oliver. 18 de mayo de 2015

ALEJANDRINOS BLANCOS PARA LA LUZ

Cuando el día dormía en estuche de sombras
y la noche acudía a tomar su lugar,
el tiempo, detenido, jugaba a pintar luces,
a retratar siluetas chinescas de candil.
La llama mortecina de la luz de una vela,
devorando la cera que andamiaje le dio,
era auxilio de ojos y manos extendidas,
consuelo de pies lentos para no tropezar.
Las farolas bebían su luz de gas a sorbos.
Muy pronto sucumbían  los cuerpos a los lechos.
De vital estallido se alborozaba el alba.
La luz del sol marcaba los ritmos perezosos
del lento carruaje de la prosperidad.
Jugó el hombre sus cartas en su ambición sedienta.
Quiso saber qué límite en su mente pusiera
aquél que su apariencia en su cuerpo calcó.
Elevó su listón la fiebre inteligente.
Exploró la materia, indagó en su misterio
y amplió su horizonte ávido  de entender.
La diligente Ciencia le rindió sus secretos:
descubrió un universo de amperios y electrones,
el paso de corriente, circuito milagroso,
fue premio de constancia a su tenacidad.
Cautivo el filamento en vidriosa burbuja
repleta de vacío,sin arder calentó,
y la luminiscencia refulgió con destellos
de sol de medianoche cual luz de amanecer.
La electricidad trajo al siglo diecinueve
calor, luz, movimiento, limpieza y expansión.
La luz trajo alegría y noches de bohemia,
acorraló a las sombras y las hizo emigrar.
Los libros conocieron el placer de unos ojos
que en noches luminosas de se mi insomne asueto
desempolvaron páginas ociosas de anaquel.
Como una alegoría de bienestar patente
se propagó el progreso para la Humanidad.
La luz, imprescindible resplandor de presencias,
dibujó claridades de insospechado ardor,
apagó las antorchas de tinieblas arcanas
y enclaustró las carrozas del lento transitar.

© Isabel Oliver González ver currículum »