1er Premio en Poesía II Certamen Literario Ateneo Blasco Ibáñez 2010
HUÉSPEDES DEL TIEMPO
Huéspedes del tiempo, virtuales reflejos,
memorias premiosas y descoloridas,
olvidos errantes que empañan espejos
y absuelven derrotas de herrumbres tundidas.
Ocasos sin cauces intuyen estrellas
volcando silencios sobre los tendidos.
La noche devora gulosa las huellas
promiscuas y pigres de hedores marridos.
Huéspedes del tiempo, pétalos de arena
sobre esponjas, hojas sueltas de un cuaderno
Forrado de reglas y tercos candados.
En la sed del alba canta una sirena
de efímero torso. Por el mar eterno
de las brumas bogan sueños maniatados.
EL TIEMPO EXPRIME LA MEMORIA
El tiempo exprime la memoria
y hace de la existencia un espejismo,
un destierro borroso entre dos túneles,
un absurdo atrapado entre silencios
que estallan y se desperdigan
en las distancias recitadas
por labios habitados de maletas.
Un tren pasó de largo
por las estaciones y los espejos.
Y aguardamos el paso del siguiente.
Pero jamás llegó.
Y el miedo oculto en los sobrados
bajó a charlar con nosotros
frente al fuego crespo del hogar.
Los años me han hecho incierto y suspicaz
y han llenado de incredulidad mis alforjas.
No me supliques lo posible
que está al alcance de tu mano.
Ni me ruegues que cuelgue de pentagramas
tus notas y compases
que se sumieron en una sima inventada
para inmolar tu nombre en mi sangre tatuado.
No hay lunas que se aneguen en ojos
cansados de contemplarlas.
No hay dedos dibujando en el agua
los deseos secretos que se cubren de polvo
en los ahítos anaqueles
con los panfletos proscritos.
No hay noches donde puedan esconderse
la edad embarrancada en los linderos
del viento y las últimas mareas
de las emociones represadas.
Tu canto no me retiene ya.
Son inútiles tus esfuerzos.
No quedan en mis recreos
impactos de tus redobles,
ni en mi brasero
rescoldos de tus vacuas palabras
a las que un día conferí
mis convicciones y mi inocencia.
Hoy, desde la distancia,
sólo son boiras esmaltadas de rumores,
sombras rotas en mil voces incautas
y aventadas con desaire por el desuso.
Y EL TIEMPO FUE BAJANDO LOS PELDAÑOS
Y el tiempo fue bajando los peldaños
de la tarde y vino a mi encuentro.
Huérfano ya de adolescencia
y encallado en destellos ilusorios,
me abracé a la fina cintura
de los relojes y dancé con ellos
hasta agotarme y exprimir sus horas;
y después me tendí sobre su arena
a esperar que el insomnio desterrado
en los rizos punzantes de las ramas
se deshabitara de músculos
y de paraguas. Y tupí
mis orillas de remos y tijeras;
y baldeé mis lunas
con la sangre de los mosquitos
que naufragaron en mi sangre;
y tracé mis fronteras
en el fondo de los exilios
y en la letra de los retornos;
e hice añicos la música
inerte de las apariencias.
Y el tiempo continuó
trazando los augurios
que lo traían hacia mí
desafiante y blandiendo sus tentáculos.
Quise escapar de la congoja
de saberme frágil y descalzo
sobre cuchillos estridentes
y bajo buitres de plumaje espurio.
Quise arrancar la estela desjugada
de los infinitos caducos
por el temor infranqueable
a no encontrar salidas de emergencia
y evadirme por ellas.
Quise colmar de soles cada noche
y apagar las miradas titilantes
de las estrellas y lucernas.
Quise hacerme perpetuo en la memoria
y perenne en la ternura.
Pero solo el tiempo es eterno
y nosotros sus simples huéspedes.
© Jesús Moreda Gamundi ver currículum »