1er Premio Poesía V Certamen Literario Ateneo Blasco Ibáñez. 2014
NOMBRES PROPIOS DE MI TIERRA
FEDERICO (GARCíA LORCA)
Noche de luto, de muerte,
de luto y muerte, gitanos
que velan el cuerpo inerte
—que quietud nos da la muerte—
y el silencio de sus manos.
¿Quién llenará el folio en blanco
de ese verso inacabado?,
noche, hoguera, luna, campo,
con pluma que rompe el llanto
de poeta enamorado.
Federico, ¡Federico!
grita una estrella llorando
y una paloma en su pico
lleva pétalos de nardo,
y la luna tiñe armiño
de negro desesperado.
Y en la calle una gitana
rompe el aire con sus manos
bailando a la noche clara
y con sus ojos llorando:
—canastera,¿ Qué te pasa?,
—Federico, ¡lo han matado!
¡No tenemos ya quién haga
poemas a los gitanos!
Viznar se viste de duelo
y se queda un folio en blanco,
llora Granada de nuevo
y llora Fuente Vaqueros
la muerte de su paisano,
y en el folio queda un verso
para siempre inacabado.
ANTONIO (MACHADO)
Preñó de amor los campos fríos de Castilla,
compuso loa al olmo viejo, ajado,
dio amor precoz pero rotundo a una chiquilla,
¡como lloró a Leonor cada poema de Machado!.
Sembró cultura en tierras de olivares
que rizan olas desde Úbeda a Baeza,
rincón donde enterró tanta tristeza,
donde su corazón vagó por la pereza,
donde vistió cada rincón de luto sus cantares.
Humilde el corazón, el verso altivo,
y en el recuerdo, la sombra del viejo limonero,
su amor por el paisaje fue cautivo
y lo canto desde el Guadalquivir al Duero.
Pincel fue de encinares castellanos,
viajó en un tren ligero de equipaje,
trazos de amor la pluma que en sus manos
llevó al papel jirones de vida y de paisaje.
Buscó sin encontrar las escaleras
para alcanzar su verso hasta la cruz,
no es que la gloria siguiera
ni que en sueño persiguiera
poder hablar con Jesús.
Fue soñador de caminos
y conoció el de Granada:
estrellas de madrugada,
de silencio y noche loca
y de sangre derramada
de su amigo García Lorca.
Quedó por fin su corazón helado,
su pluma quedó inerte a edad temprana
por la España que hubiera retratado,
llegó para él la noche sin mañana;
enmudeció por fin su verso y su pecado
que fue querer como la quiso a España.
Voló, ¿junto a Leonor tal vez?, y allí a su lado
hizo renuncia impuesta de un mañana
para vivir con ella en el pasado.
Te fuiste Antonio, para morir en tierra extraña
pero dejaste en el papel tu gran legado:
¡prestas a mis vacíos tanta compaña!,
que para mí, ni se murió, ni morirás, Machado
© Miguel Ángel Martínez Collado ver currículum »