CARTA AL MOLT HONORABLE
Le escribo Sr. Presidente de todos los valencianos, esta carta de reconocimiento por la heroica decisión que le he oído estar dispuesto a tomar, para que el Estado central reconsidere la injusta financiación a la Comunidad que usted representa, y que hasta el momento está considerada de segunda o tercera categoría.
Su antecesor —aquel santo barón que quería un huevo a sus amigos—reivindicaba más financiación, más agua, más AVE… El Gobierno central, era de otro signo y había que dar leña al mono hasta que arda. Curiosamente, estábamos mejor financiados, nos llenaron la Comunidad de trenes de alta velocidad, y lo de los trasvases, su propio partido los metió en el cajón de las cosas inútiles.
Con un gobierno en Madrid que es el suyo propio, no podía ser usted tan beligerante como el caballero andante de los elegantes trajes. De modo que solo le queda el camino del amor para que sus peticiones alcancen el efecto deseado. Hasta tal punto, que nos ha prometido acostarse con Montoro si fuera necesario para facilitar la llegada de más dinero.
En asuntos de parejas, no tengo prejuicios. Pero en temas de estética, reconozco mi intransigencia. Acostarse con un ministro, es una decisión personal, pero hacerlo con Montoro, me parece una falta del buen gusto que en usted no esperaba…
Aprecio como digo, su arrojo. Pero, ¿no podía esperar a que en Hacienda nombren ministro al gallardo Sr. Soria, al fotogénico Carlos Floriano…Voy mas allá: ¿Ha contemplado la posibilidad de que la Cartera la pueda ocupar la vicepresidente Soraya?
Haga lo que deba Sr. Fabra, pero no contravenga la ley vigente que regula las relaciones de cama por dinero, puesto que a esta relación no se le puede incluir entre las amorosas sin ánimo de lucro. De modo que si lo tiene decidido no haga la oferta en plena calle, porque a usted como ofrecido y al Sr. Montoro como presunto cliente, podrían ser multados… Y si el dinero y la política, siempre han compartido cama, en este caso, debo reconocerle el enorme sacrificio que ha de costarle compartir tálamo con ese hombrecillo de dientes de rata, cara poco agraciada y compulsivo embustero. Para colaborar con su heroica decisión, me comprometo a pagar de mi bolsillo un preservativo para que el asunto no llegue a mayores. Solo faltaba que se perpetuara la especie. Jodidos estamos.
© Miguel Ángel Martínez Collado ver currículum »