Antonio Manuel Lucena Vera: Imitación al Quijote

3er Premio de Prosa XI Certamen Literario Ateneo Blasco Ibáñez 2020

EL ESPÍRITU DE LA PERSEVERANCIA

De cómo Don Quijote dio a conocer la receta de las criadillas.

Pareciera que por estos lugares jamás paseó tal caballero que pareciese un tal loco como tú.

Pareciera que dejaste que cada hombre, cosa tuya que tuviere tan adecentada barba y bigote. Tal armonía en cara tan huesuda que al igual que fúnebre y esquelético amigo fuese aparición en noche de luna llena.

Qué bondad unida a tal espectro que vagabundea por aquellos caminos perdidos en la memoria.

Lugares nunca visto por persona viva. Amigos diablos con lucha conmigo mismo. Tal fueron nuestras amistades que volvieronse enemigos. Tal lío como puede parecer. Así pareciese que fuese música diabólica para mis oídos hasta el canto de los grillos. A los que quise robarles el canto y quitar esos grilletes oscuros y esos brillos diabólicos que ni me dejan dormir en las noches de verano.

Fui liberador de esclavos entre los que se encuentran sapos, culebras, cuervos, lagartos, ranas, moscas, mosquitos, murciélagos, etece. Pero esos malditos roedores, ratas, ratones, hámster y, conejos cuyo odio por mi parte es debido a sus dientes siempre blancos y creciendo. A mi edad faltan algunas piezas, por no decir, todas por vergüenza.

Hablamos de mi rostro y de dientes, pues te confieso que soy mellado de una pieza de dentadura postiza. Aún así puedo, todavía, desgarrar huesos, tendones, carne y criadillas, estas últimas, de tan gran sabor que pareciera por su nombre debieran de guardar en tripas para su consumo en años de crisis.

Esta es la receta, mi querido amigo, para la pitanza de la criadilla que ha pasado de décadas en décadas para cada caldero en donde se realice su cocción.

Acompañado de su correspondiente oración, rezo o canción, según la época del año cuando se realice.

¡Hala! Hela ahí.

Se extrae lo de adentro de la tripa. Una vez fuera de dentro de la tripa lo que había dentro se puede lavar, cocer, freír, hervir, salar, ahumar, o cruda. Y se vuelve a meter o introducir, otra vez en la tripa que había quedado vacía. Entonces la tripa toma forma de intestino grueso por el grosor. También, al gusto, se puede formar como intestino delgado.

Tómese como criadilla toda aquella cosa imprescindible para la razón o el razonamiento, oséase, desde cerebro, lengua, ojos, órganos inservibles del abdomen, como la apéndice, amígdalas de tronco traquídeo y deseche el recto y cosas que por él salen.

Por ello se recomienda lavar por personas expertas en este trance tan delicado.

Utilícese para ello, Criadillas nobles o alto abolengo que hayan servido con nobles caballeros o señoras al servicio de servir.

Para la oración, rezo o canción, también necesaria para su elaboración, deberá realizarse según se utilicen cada cual de cual.

Oración: devotos doctores con suficiente fe que hayan hecho voto de no probar criadillas. Llámenseles a estos, Castos.

Rezo: en este caso, no por ello de menos importancia, se realizará por parroquianos o anas, por aquello del recto, cuyo vulgar nombre puede agriar el gusto de algunos de aquellos o aquellas dedicados a este menester.

Canción: esta sazón se realizará con agrado. Utilizándose, se aconseja, cuando se limpie la tripa de desechos. Todos aquellos que suelen oler peor que ello no se aconseja para la canción o canto. El canto sólo debe pertenecer a la criadilla de dicha parte. El que realice esta labor debe oler mejor que la labor a realizar. Por respeto no lo debe hacer aquellos a los que se les denominan infieles por el agravio que conlleva.

De como Don Quijote tomó el apodo de desdichado.

Paseándome, querido amigo, una luna noche de noche. En el infinito que podía divisar con mis ojos en el Universo, me distraje con un extraño ruido que tomé como diabólico. Santiguóme varias veces rezando como un fraile loco como si hubiese visto al mismísimo Lucifer. Este, aparecióseme en forma de gato negro. Con la sombra de la luz de la luna imaginose mi alucinada imaginación que aquello no podía ser nada cristiano.

Tal infortunio de visión que causa tan mala suerte sólo afecta a aquellos caballeros que su aura es más radiante para aquellos seguidores de la oscuridad y tan oscura para aquellos que sirven a la luz.

Confundiome con mi misma sombra de tal forma que creí que aquel gato fuese yo. Tal presagio no debiera ser bueno, pensé yo, cuando aquel satánico animal empezó a maullar como si fuese una criatura del mismísimo infierno. Por temor a mi Señor, no debo de contar más lo ocurrido aquella noche. Lo que sí quiero que sepas es que acorralé en un corral cercano a aquel espectro de la noche y ahorquele en un árbol. En compensación, Nuestro Señor, me recompensó con la pérdida de memoria de tan aciaga noche que en estos momentos no sé cómo la recuerdo. Y el demonio me persigue desde tal noche aciaga y sólo oigo mentiras y descabelladas. De tal forma que paréceme que el único cuerdo que hay a mi enrededor soy yo y a la vez único en tan multitud de locos. Paréceme que en tal lio metiome dicha sombra que yo ya no soy yo ni soy ya el que era ni el que fui ni el que seré. Decidme, entonces, si esto no es tal desdicha. Ni que me llamen el “Desdichado.” Nombre que tomo desde ahora en nombre de mi recuerdo.

De como Don Quijote toma forma de sacerdote y bautiza a su amigo Sancho con el nombre de Heterónimo.

Para contaros estas historias y otras que salgan de mi imaginación, que no es otra que la tuya, querido amigo, debemos de agradar a Nuestro Señor, El Cristo. Aquél que merece ser imitado en toda su Verdad y no yo. Por lo que con su venia me ordeno sacerdote y tomo a mi deber el bautizaros, amigo Sancho, para que toméis el nombre con el que desde ahora os nombraré.
Habiéndose formalizado el bautizo quedaréis consagrado a mi amistad, cosa que nunca dudé, por lo que con esta botella de tal nombre, Fontbella, que consagro y en nombre de la Fuente Bella y la Fuente Nueva y con estas gotas de pura agua a la que debéis haceros adicto y olvidar la Cruz del Campo, pues menester su pureza cristalina y bello nombre y en el nombre del padre, del hijo y de los espíritus que nos acompañan os bautizo con el nombre de “Heterónimo.”
• Mi señor, el llamado Desdichado, no sería mejor el de Jerónimo o Hemeterio. Pareciese que no soy yo el que con tal nombre os habla.
• Heterónimo, da gracias a mi invención y a tu nueva vida. Pues de este sagrado momento los dos somos distintos, pero iguales. Tal nombre sólo lo debe llevar aquél, tan fiel escudero, que me acompaña en mis encarnizadas luchas con ángeles caídos, demonios, vampiros, gatos y otras criaturas de la noche.

Cosas que no se debieran creer y por lo que Don Quijote lleva el nombre de “Desdichado.”

Querido Heterónimo, para que de mí hablen las generaciones futuras os daré sabias lecciones que tomé de un antro que pareciome una cueva o viceversa, que quiere decir de una cueva que pareciome un antro.
• Mi señor Don Quijote, ¿qué es un antro?
• Sitios donde se hablan blasfemias, frecuentados por demonios y otras criaturas de lengua bífida que nuestro Señor nos obliga a dar testimonio, pero no visitar.
• ¿Casas de mal vivir o de rameras?
• Peor, amigo Heterónimo. Lugares o servicios públicos donde un aparato infernal embruja y hechiza sólo con mirarlo o sin mirar sólo con escucharlo.
• Mi señor, el Desdichado, lo nombra y da temor y miedo. En verdad que debe ser mundano y de mal vivir. ¡Gentuza!
• Heterónimo, en verdad te digo que no hay mago, ni ser maligno diurno o nocturno peor que ese infernal invento venido no sé de qué lugar que hipnotiza a la gente y las vuelve adicta al mal vivir.
• ¡Escoria!
– Dices bien, pero ellos no son culpables sino el hechizo que cae sobre ellos enfermizo como opio dormidero que los engancha y los trastorna y son capaces de comer, beber y comprar todo aquello que les enseña como si en trance de fantasmales figuras dirigiese sus vidas.
– ¡Pecadores!
– Los Cielos nos libre de esa corriente que entra por los ojos y oídos y vomita sandeces y mentiras.
– Qué nombre tiene ese antro y qué aparato demencial es ese, mi señor.
– No pude distinguirlo entre el vocerío loco y el ruido. Sólo una luz cuadrada entró por mis ojos y ahora creo que estoy doblemente hechizado. Y ya no recuerdo qué magia utilizaron.
– Mi señor, debieran llamarle doblemente Desdichado porque parece y se le ha puesto la faz como si estuviera vuestra merced enganchado a algo que no puede olvidar.
– Dices bien, Heterónimo, hay algo que me une al más allá y por esa máquina infernal sólo veo desdichas.
– Gracias a vuestra merced, nos coge a los dos bautizados y el Señor nos libre de ese antro y aparato infernal, cosa de demonios.
– Duerme, Heterónimo, yo velaré pues las imágenes que vi y ruidos que oí vuelven a mí cada noche desde aquél encuentro en os he contado con el mismísimo y odiado mago Telesforo que embrujome. ¡Sí! ya duerme. Que tus ojos no divisen lo que yo vi, y veo. Duerme, querido amigo, Heterónimo.

De como a Don Quijote tomáronle por loco en un sanatorio o manicomio, según se mire.

Despertándoles a Don Quijote y a Heterónimo los cantos de los gallos y ladridos de perros antes del amanecer. Por aquellos lugares y haciendas donde se cobijan. Creíase este y gente de alrededores que se oían ruidos de fantasmas y peleas de borrachas. Cosas que tomaba como encantamientos y alucinaciones siendo verdaderas.

Ya que el camino es aciago, querido Heterónimo, os contaré cosa sucedida en lugar donde no va la razón razonable sino la razonable razón. Cosas de locos, creo yo.

Causa de mi mal desdicha también pareciera la visita o visitas que hice a un sanatorio. Encontreme allí de pronto por encantamiento de un médico. Galeno retirado por lesiones de guerra en campos de algodón donde tuvo que trabajar toda su vida por lo que no ejerció la medicina.

En engaños y estando yo encantado diéronme a beber una pócima que me sentó mal dando a parar en un castillo o casa embrujada habitada por locos. Tal razón tienen estas personas que al verme tomáronme por loco. Más bien, creo yo, que produje sanación en todos.

Dijéronme, pues mi fama llegaba antes por voces a aquel lugar: no seréis vos aquél que llaman el Desdichado. Aquél que vaga por el horizonte con figura esquelética, barba y bigote al que los gitanos, por equivocación, llaman Cervantes.

El mesmo, contesté. Y diciendo esto se me pegó a mí una fantasma con bata blanca y aspecto de loquera la que dicen entonces me acompaña engañándome las musas Rosalinda y Maxilandia curanderas de estos tipos de males en la cabeza.

Como os digo en aquel lugar alejado de la mano de Dios me sentí tres veces desdichado, por lo que los que allí habitaban sintieron pena de mí volviendo la razón a ellos durante mi visita y entrome a mí, valga la redundancia, la locura.

• Acaso, no veis, mi querido Heterónimo, aquella que me acompaña, de la que os hablo y causa de mi mal.
• Decís, la fantasma.
• Sí.
• Esos encantamientos sólo lo padecen desdichados y personas con sano juicio y que los locos toman por loco. A veces, cuando le miro, me parece ver una sombra, pero no me haga usted mucho caso, pues ya sabe que soy corto de razón y entendederas.
• Continuemos, amigo Heterónimo, por este solitario camino por donde suele pasear la Soledad y llamadme, si queréis, también El Solo.
• Mi señor Solo, vivimos tiempos de Soledad.

Heterónimo veía sombras y fantasmas por todas partes y preguntole Don Quijote: ¿qué miráis?

• Nada, mi señor. Miro la Nada.

De Dones que según Don Quijote da el Cielo por medio de los hombres atribuyéndose estos tales prodigios.

Querido amigo Heterónimo, os hablaré de un Don que da Nuestro Señor que pareciera brujería si no lo hubiese visto y sentido en mis propias carnes y pensamientos.
Nuestro Señor capaz de levantar y resucitar muertos y vivos aprecia en gran amor la valentía de este. Vilipendiado en estos tiempos muertos por aquellos que pasean por calles sin sentido al igual que fuesen muertos vivientes.
El Don que os hablo relacionado con la Poesía, primera de las artes capaz de enfrentarse a guerras, pecados y otras desgracias como las hambres, las pestes y otras enfermedades de los hombres.
Como os digo, amigo Heterónimo, estas personas con dicho Don otorgado son capaces por un arte que sólo conocen ellos de entregar, siempre a aquellos que ellos digo estos se lo merecieran por Gracia.
Estas personas son afortunadas de conocer a tales magos blancos capaces de contar historias antes de ser contadas y se hablan de ellos como conoceros de obras, sean cuales sean, antes de ser realizadas. Son personas atrasadas en su pasado y adelantadas en su futuro por lo que no tienen reposo ni lugar donde descansar. A veces, según quién los miren y aquellos deseen son tomados por santos o diablos que entre la oscuridad y la luz fina línea existe y como si fuesen gente de circo camina como sonámbulos por esta línea que os explico. De ahí creo yo conocer a algunos de estos magos blancos que me hechizaron teniendo la suerte de vivir para contaros esta historia que creo escribe uno de ellos que entra en trance y se apodera de esta tinta para explicaros este Don que desde estos momentos pongo en nombre de Don Don para que sea comprendido y estudiado y forme parte de las Universidades.
Claro está que se ha menester de merecer y no alardear de él, pues estas personas con dicho Don son de tal humildad y fe cristiana que resulta, como los duendes enanos que viven bajo las setas, casi imposible de encontrar y conocer.
Y ahí, querido amigo, os dejo esta increíble historia para que sea o no conocida porque de ella ni de ello pertenece a nosotros sino a Nuestro Señor

Verdadera historia que Don Quijote cuenta como verdadera de unos criminales cuyo delito era querer ser humanos.

Amigo Heterónimo os cuento esta historia para que la trasmitáis a vuestros nietos si alguna vez tenéis dicho regalo.

Yo, ya sabéis que parezco una invención inventada por mí y que os he inventado. Tanta invención sólo es posible desde la locura sana. Luchadora esta de toda verdad y realidad por lo que sólo aquellos que la poseen son llamados locos.

Encontreme encerrado en un Castillo de rejas donde unas personas en reunión manifestaban su deseo de ser humanos.

Ya sabemos que el ser persona no conlleva la humanidad pues esta es otorgada por lucha e ideal y por fe.

Como os decía estaba encerrado en aquella especie de cárcel cuando por arte de imaginería e ingenio me vi en un patio rodeado de encerrados. Tal abatimiento se me posó en mi encorvado cuerpo que apenas podía con tal carga.

Encontreme allí por motivos que no vienen al caso cuando decidí lanzar un grito de libertad sin nombrar dicha palabra en tan siniestro lugar guardado y escondido. No digo yo que no hubiese persona merecedora de estar, pero alguna que conocí con nobleza no merecían estar en tan aciaga oscuridad sin merecello.

Así, pues, grité ¡seguidme! a aquellos con los que había entablado un poco de amistad. Cual no fuese mi sorpresa cuando todo el grupo del patio de aquel castillo encantado siguiome formándose tal desconcierto que pareciera una fuga en masa.

Orden pusieron gente destinada a tal labor ubicando cada grupo en su sitio. Tal pronto me sentí niño en colegio dándome cuenta de tal alboroto creado por mi infantil mente. Pero válgame Dios que cuando dime cuenta del hecho sentime feliz al igual que si hubiera librado una batalla y liberado presos de la Inquisición en nombre de Nuestro Señor.

Os cuento esto con humildad y perdonadme si en ello, tal como lo describo hay orgullo, que en aquel momento no sentí. Dándome cuenta ahora que fue un encantamiento.

Cuando se hizo el orden del desorden por mí provocado entráronme ganas de huir, pero estaba encerrado entre rejas pareciéndome una cárcel en la que debía pagar delito de ser persona humana.

© Antonio Manuel Lucena Vera