Las tierras que vieron nacer a Leonor Villaseñor son ocres y marrones y tienen los caminos llenos de flores de todos los colores.
En todo esto se fija ella y su cabeza es un recipiente en ebullición que cuece colores y sentimientos. En este amasijo se mezcla el misticismo, el surrealismo y la abstracción presentes en casi toda su obra.
Aquí los colores llamativos representan la esperanza, aunque se antepongan los gruesos trazos negros en forma de cruces que nos indican el sufrimiento, y ese azul protagonista, triste pero a la vez con destellos de luz.
Es de formación autodidacta, pero no cabe duda de que sabe plasmar sus preocupaciones y su visión de la vida tanto en la pintura como en la literatura.
Leonor nació en 1961 en Argamasilla de Calatrava, pero ha vivido en distintas ciudades de nuestro país hasta que en 2007 se trasladó a Algeciras, donde rápidamente se puso en contacto con el mundo cultural y se hizo socia del Ateneo José Román, Afemen, Ateneo Blasco Ibáñez de Valencia y la Unión Nacional de Escritores Españoles.
Estudió fontanería y trabajó como monitora de manualidades en servicios sociales y colegios de Elche.
Tiene publicado el poemario TIERRA DE LLANTO de la colección “La voz de Erato” y ha ganado premios provinciales y nacionales de literatura, pintura y fotografía.