Mi madre quiso que me llamara Hermelinda que en antiguo germánico quiere decir tierra dulce, y así «Hermelinda Tierradulce» es como firmo mi poesía.
Mi curriculum no es otra cosa que mi existencia; mi poesía nace como una faceta de mi Alma, y lo mejor de mí nació conmigo. Por ello hoy, cuando acaban de preguntarme si hace tiempo que escribo, yo me veo de niña, una niña mocosa correteando sobre los montes de Biel (provincia de Zaragoza) para cantar alegrías y mi dolor, regresando a las calles del pueblo ya curada de mí, con las aves del Cielo y los lirios de del campo. También veo una niña que en vez de jugar a casitas y maridos, creaba escenarios con guiones y personajes inventados por ella.
Recuerdo como una revelación el día que mi maestra me riñó injustamente provocando mi deseo de que se le rompieran las patas de su silla y se diera un buen golpe. “¡Noo!,–me grité por dentro-, ¡horrible imagen!, sí, ¡tiene que caerse!, mas, ¿cómo describirlo con gran belleza!”. Y allí me recuerdo entre tinta y papel buscando crear un verso.
Era una niña juglar. La música me llegaba en el aire y en eso mi sentimiento me daba letras. Cuando tenía 10 años emigramos a Zaragoza y en mi gran desencanto por los olores del aire nuevo yo cantaba sin fin. Un día me preguntaron: “¿Tú ves a la gente cantando en los autobuses y las aceras? No, –respondí–. Pues si no quieres que te llamen la loca, ya sabes…”. Y dejé de cantar. Al no poder hacerlo me dio por escribir.
Con 13 años y para que nadie se “sacrificara” por mí, (retahila recurrente en la familia) comencé a trabajar en una fábrica y al poco andaba por ahí de revolucionaria clandestina junto a aquellos que luchaban por los cambios, hacia la democracia española. Y fue ahí, ante el ritmo de una máquina que yo veía como gigante que cantaba y escribía sobre retazos de plástico que un trabajador recogía para reciclar. Así empezaron a leerme los obreros y cuando vinieron a pedirme más poesía, les pregunté:” ¿Os referís a mis sentimientos?
En fin, mis pequeñas prosas comenzaron a tener vida propia y una editorial me propuso publicar. Yo entendí que no tocaba y seguí con mi camino deaprendizajes. Estudié sin dejar de trabajar. Tuve buenos profesores. Me hice actriz profesional y viajé por casi toda España ganándome la vida en los escenarios; y sobre ellos interpreté … canté… bailé… y hacia recitales con mi poesía.
Cuando por problemas familiares no pude seguir viajando comencé a llevar talleres de teatro en colegios y Casas de Cultura. A partir de tres recitales de poesía, sobre el tema de la mujer, –contratada por el ayuntamiento de Valencia–, se me ofreció un contrato de profesora para 136 mujeres en la Universidad popular. Allí, además de llevar talleres de teatro, canto, y expresión corporal, me fui formando en todo tipo de terapias “cuerpo-mente” pudiendo elaborar un método de trabajo holístico y personal con el que dar a los diferentes grupos de mujeres lo mejor de mí, ayudándome a mí misma.
Tengo dos libros publicados y otros 13 esperando publicación, el premio de un certamen poético y he participado en diferentes antologías poéticas. Antonio García Vargas, escritor, investigador y profesor de Metros clásicos, tuvo a bien el formarme en diferentes métricas que acabé dejando como quien deja un corsé, para acabar escribiendo de acuerdo con mi sentir.
Casi todos mis poemarios están dedicados a las mujeres y reflejan diferentes arquetipos femeninos. Secretamente sueño con ser capaz de escribir sobre los hombres, mas, no me siento preparada y de momento me conformo con amarlos. Un día tal vez…