2º Premio de Poesía en el VIII Certamen Literario Ateneo Blasco Ibáñez 2017:
Mirada Hacia Los Miedos
Tengo miedo si al verme en el espejo
me fundo en su blancura inmaculada
y soy sólo una imagen sin reflejo.
Me da miedo mi vida limitada,
la versión resumida de este viejo
que no cree que el fin sea la nada.
Miedo a cruzar la línea candente
que traspasa entramados pensamientos
para ser el espacio ajeno, ausente.
Me da miedo huir de mis cimientos,
recurrir a mi cara de inocente
y lanzar mi mirada a contravientos.
Me da miedo romper mi intimidad,
mostrar mi desnudez desinhibida
y que el silencio ciegue mi verdad.
Tengo miedo de ser pasión sin vida
si encadenan mi firme voluntad
al compás del deseo que se olvida.
Como otros, miedo tengo en consecuencia
al tiempo que se escapa con las horas
y no deja parar breve secuencia.
Yo no tengo matrices directoras,
pues quise desdeñar con la prudencia
la lista que define las demoras.
Es miedo a la torpeza del pincel
que quiere traducir todo el paisaje
a un trazo indefinido y no fiel,
el limitado alcance de este viaje
mundano que a cada uno da el papel
que la vida reserva sin ultraje.
Tengo miedo al monólogo hecho verso,
la palabra insuficiente, imprecisa,
al discurso interesado y perverso.
Miedo al certero golpe que no avisa
y a la tierra te manda en el reverso
para ser horizonte en su divisa.
Me da miedo tener interrogantes,
acumular preguntas sin respuestas,
avanzar sin efectos relevantes,
apoyar las acciones deshonestas,
dar vigencia objetiva a los farsantes,
buscar la validez a otras propuestas.
Para el miedo no hay planes ni razones,
justicias con derechos, juramentos
que ordenen esperanzas e ilusiones.
Tengo miedo a que salgan los lamentos
y me nombren en falso las acciones
de lo vivido en años turbulentos.
¿Qué es el miedo entre tantas falsedades,
naufragios de violencia, terror, muerte,
vil despojo que arropa las maldades?
Ante el miedo me anulo, quedo inerte
y no atiendo a la fe de sus verdades
que en unos ojos ciegos me convierte.
Tengo miedo al olvido que condena
a vivir con quejidos y derrotas,
a exaltar las mentiras de la escena,
a no recomponer conciencias rotas,
a decir sin pudor que te encadena
a una isla en soledad, tierras remotas.
Me da miedo tener que comprobar
que se ha ido la voz de la esperanza
y ya no existe el tiempo para amar.
Entre el bien y el mal pongo la balanza
y los contrastes tengo que buscar
para tener satisfecha su alianza.
Me da miedo observar la indiferencia
de un mar de sombras, ese ser oscuro
que arroja los silencios de la ausencia.
Miedo de que me acosen por perjuro
y digan que me invade la demencia
cuando yo soy espiritual y puro.
© Manuel Giménez González ver currículum »