1er Premio de Poesía XII Certamen Literario Ateneo Blasco Ibáñez 2021
EVOCACIONES MARINAS
Poemario
A LA ORILLA DEL MAR
El mar moja mis pies, canta y resuena
en tibio atardecer, en letanía;
ya se pierde la luz en agonía
en tanto que la noche ya se estrena.
Ya dejó de brillar la húmeda arena;
mi cuerpo ensimismado agradecía
la suave brisa, la playa vacía…
tratando de olvidar la tenaz pena.
Quiero gozar al fin de tu presencia,
retenerla conmigo eternamente,
sublimando mis sueños de impaciencia.
A la orilla del mar omnipresente
enterraré los duelos de tu ausencia
para calmar mi alma plenamente.
DEL MAR, PINCELADAS
Cada ola bramando nos recuerda
un mar enfurecido
con celos de la tierra.
Todas las suaves olas
que mueren en las playas
son besos de marinos
con ansias de mil bocas.
En cada despedida,
en cada adiós del puerto,
hay temor a la huida,
hay un miedo a lo incierto.
Quiero asirme al timón en tempestad
y en bonanza llegar a feliz puerto,
para sentir del mar su inmensidad
navegando contigo a cielo abierto.
Por índigo mar singlaremos al alba,
bajo el cobalto cielo
sobre el hondo abisal;
compartiendo tu brisa bonancible,
soportando también tu vendaval.
Como gotas de lluvia que colman torrentes,
que alimentan los ríos que mueren en el mar…
Se cruzaron miradas, compartidos deseos…
dos volcanes ardientes, un éxtasis de amor.
Ha borrado la bruma el perfil de colinas,
tiemblan acantilados por el mar sacudidos,
sombras grises ocultan de tormenta negras nubes;
en tanto junto al faro, gaviotas danzarinas
lanzan al viento su graznar acerado.
Fondearé de mi velero el ancla
para sentirme aledaño, cercano;
-mar amigo- para estrechar tu mano
acariciando así tu arena blanca.
Surcar el cielo recorriendo estrellas,
cruzar el ancho mar en plena calma,
llenando de experiencias, de viajes,
mis rutinas de soledad tardía.
Quiero que el mar anegue mis cenizas
y reposar en cálidos corales;
que mi barca sin rumbo, a la deriva,
se pierda entre la bruma de la tarde.
SOLILOQUIO FRENTE AL MAR
Penaba ayer, pues aún sin conocerte
mi subconsciente bien presuponía,
sin alarde, sin fanfarronería,
lo feliz que me haría sólo el verte.
En mi alucinación, pensé tenerte,
sufría porque nunca conseguía
compartir mi dolor y tu alegría,
al estar temeroso de perderte.
En tanto el mar remojaba la arena,
en su brega ante mis disquisiciones,
olas y espumas en comunión plena
barrían playas, también emociones;
aquella imagen confusa pero amena
no superó el paso de estaciones.
LAMENTOS DESDE EL MALECÓN
Busco enterrar mis penas en las profundidades,
en mi bajel de sueños abandono la orilla
y me adentro en los mares; abre surcos la quilla,
en ellos voy sembrando tristezas y saudades.
Hincha el viento las velas, gimen las vanidades
buscando clandestinas una franca escotilla;
de trinquete en trinquete, todo se trastabilla;
mas yo sigo en el puerto rumiando tempestades.
Amarguras de amores de un marinero en tierra
amarrado a sus dudas y varado entre ellas;
cometa en verso libre que otea las estrellas.
Naufrago a la deriva que en su dolor se encierra;
-a menos que algún día gane tu confianza-,
hoy con mis fuerzas, todas, me aferro a la esperanza.
LOS MARINOS BESAN Y SE VAN
Persiguiendo estelas de las olas
surco cielos y mares infinitos,
busco ubicarme con rumbos fortuitos;
guíenme ecos de cien caracolas.
Entre jarcias y aparejos, a solas,
la tempestad embate con sus gritos,
laberinto fatal, naipes malditos,
desamor que ilusiones desarbolas.
Mar bravío, tu ardor impredecible
-como la tentación o la codicia-
es amargo, también pura delicia.
Vasto mar, ora manso, ora irascible,
continuaré con esta singladura
en tanto se apacigua mi locura.