Encarna Beltrán-Huertas: Ciegas Noches de Humo y Arena

3er Premio de Poesía XI Certamen Literario Ateneo Blasco Ibáñez 2020

CIEGAS NOCHES DE HUMO Y ARENA

PREFACIO

Los ojos del amor
son ciegas noches de humo,
que se abren en desvelos
y luego se retiran,
danzando entre los pasos
de estrellas en la luz
o en sombras de tristezas.
Después se dejan lejos
abiertas sin destino
para ver si otras llegan
y miran más amantes
con fuego sobre el barro.
Los ojos del amor
son ciegas noches de humo
que caen buscando el alma.

I-ROCES DE HUMO Y ARENA

En esta oscura noche
dos luces encendidas,
despertando en retazos
primaveras dormidas.
El abuelo y la abuela
solamente se miran,
sus manos ya arrugadas
se pierden con la vida.
Sus ojos se emocionan
por lágrimas caídas.
Roces de humo y arena,
un beso en las mejillas,
sus leves mentes piensan
primaveras perdidas.
Viven sobre el insomnio
jugando a la desidia,
apenas si se acuerdan
de aquella otra caricia.
En el balcón desierto
la primavera silba,
danza de las doncellas
sobre las barandillas,
mariposas perladas
formándose en espigas.
Roces de humo y arena
dos luces encendidas,
en esa oscura noche
primaveras dormidas,
el abuelo y la abuela
solamente se miran.
Roces de humo y arena
un beso en las mejillas.

II-SE SOMETE

Se percibe,
o se somete al dolor con el recuerdo,
o se enreda en esa pregunta,
¿por qué roza la carne la herida
en esa soledad del miedo?.
Era un niño, apenas un niño
Y tuvo que soñar miserias.
Se somete
o se duele ante esas otras secuencias
en que la madre Micaela
le susurra como un poema triste
esa huida. Lo percibe,
se somete a ese querer mirarlo
y no entienden porque le martillean
los redobles de esa tarde,
cuando todos salieron con un fusil
y él dejó una flor
en la tumba de su hermanito.

II-DE LIRIO

Lirio verso breve
para esta balada de manos.
Morenito de ébano
que pinta sangre tus blancas retinas.
Agua para tu cuerpo de tierra seca.
Canta tu vida de alba cerrada
así pierdes tu negro dolor,
como yo pierdo mi camino en tus ojos.
Canta aunque la luna se obscurezca
porque blanquea tu negro dolor
tu negro en blanco, con esa balada de lirio,
de lirio cárdeno, que busca manos.

III-EN UN OTOÑO DE LLUVIAS COPIOSAS

En un otoño de lluvias copiosas
se fue entre las pasiones de la ausencia,
sin recordar aquello tan vivido
se hizo silueta de ese tiempo largo.
Oscurece sin remedio. Se detiene
un instante a respirar esa noche
de otoño envejecido
y a observar las bombillas
que parpadean con intermitencias.
A veces, cree verla en la penumbra
con su sonrisa de barro en sus labios
un reproche de amargura muy negra.
Oscurece sin remedio. Se detiene,
pronto llegará a la plaza, muy lento,
donde cada anochec4er, esa sombra
le persigue, le acecha, se le oculta
y deja que su capa le traspase.
No va a ninguna parte. Callejea.
Sólo eso. En un otoño envejecido.
En un otoño de lluvias copiosas,
se va entre las pasiones de la ausencia.

© Encarna Beltrán-Huertas López