1er. premio en prosa. Mercedes Fernández Carrión

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1er. premio en prosa. Mercedes Fernández Carrión

PASEO CON MONET

Primero durante el viaje en avión cruzando el Atlántico, y más tarde cumpliendo el agradable placer de saludar a mi familia y amigos, no podía quitarme de la cabeza una visita que tenía pendiente desde hacía algún tiempo.

Una vez instalada y cumplidos todos los compromisos, este era el día que estaba decidida a pasar «sola» en el Museo de Arte Moderno de NY. Quería empaparme de las grandes obras de los maestros del impresionismo que cuelgan en sus paredes, para deleite de sus visitantes, y también para el mío.

En una ocasión anterior, estuve en una sala donde se exponían dos enormes cuadros de Claude Monet de su última época, que descubrieron en su estudio, después de su muerte. Los protagonistas eran, cómo no, el agua y sus reflejos, las plantas y los nenúfares del jardín de la casa que tenía en Giverny, cerca de París.

Esa vez como era la novedad, ya que hacía muy poco tiempo que los habían expuesto, la sala estaba tan llena que no pude disfrutarlos. Hoy, siendo la primera hora de apertura del museo, en la que los visitantes están decidiendo por dónde empezar el recorrido, pensaba ir directa a esa sala con la que hacía tiempo soñaba.

Decidida, entré en el museo, sin perder un minuto fui directa. Había acertado, la sala estaba desierta, me acerqué al primero… allí estaba: nenúfares, agua transparente, esos colores cálidos donde se percibía una suave brisa…parecía que me acariciaba la cara.

En un momento estaba tan metida dentro del cuadro, que tenía la sensación de estar paseando por el jardín, pisando la tierra, disfrutando del perfume de las glicinas, esas preciosas flores violeta, tan características en los cuadros de Monet.
De pronto, alguien me saluda quitándose el sombrero:

_ No puede ser, estaba sola en la sala cuando entré; no me había dado cuenta de que hubiese entrado alguien más.
¡Pero de qué sala estoy hablando!

Las sensaciones que había tenido un momento antes eran reales, la brisa era auténtica y no del aire acondicionado, la tierra también y no las baldosas del museo. ¿Cómo me había metido dentro del cuadro?

_ Buenos días señora.

El que me ha saludado es… no puede ser… ¿Monet?

_ ¿Se dirige usted a mí? _ digo, mirando hacia atrás y a los lados.

_ Por supuesto, ¿ve usted a alguien más en el jardín?

_ Pues no.

_ Entonces no hay duda.

_ Maestro, puede decirme…. ¿cómo he aparecido dentro del cuadro?

_ Cuando lo miraba, ¿qué sentía?

_ Sentía la tierra bajo mis pies, la brisa en la cara, el perfume de las flores, los lirios, los sauces llorones meciéndose y todos esos colores reflejados en el agua.

_ ¡Pare, pare! no hacen falta más explicaciones. Pocas personas tienen esa facultad, pero cuando eso pasa, las invito a visitar el jardín en mi compañía.

_ Es cierto, ¿estamos hablando?

_ Usted qué cree.

_ Me parece un sueño. Entonces ¿este es el auténtico jardín?

_ Naturalmente, todo plantado y diseñado por mí, bueno, con alguna ayuda… seamos sinceros.

_ No me extraña que le inspirase tantos y tan bonitos cuadros; es el lugar ideal para perderse en cualquier época del año.

_ Está todo pensado no crea, los nenúfares que florecen todo el verano alegrando el estanque, los puentes, desde donde se pueden apreciar los cambios de colores.

_ Eso es muy japonés, un jardín para admirar desde la altura, en los reflejos del agua.

_ A ver, por qué cree que lo llamé jardín japonés, por estar inspirado en ellos.

_ Perdone maestro, en los jardines japoneses no hay muchas flores que digamos.

_¿Pero, es que ha venido usted a discutir conmigo?

_ ¡Por supuesto que no! pero hace poco estuve en una conferencia sobre jardines japoneses y no parecían muy floridos.

_ Digamos que esta es mi versión. Los puentes no me los discutirá.

_ Si yo no quería discutir, lo que me gustaría es felicitarlo. Bueno, ya sé que llego un poco tarde, después de todos los reconocimientos que ha tenido y que aún sigue teniendo en la actualidad. Me gustan tanto los colores, como la atmósfera que crea. No en vano su cuadro: «Impresión, Sol Naciente», dio nombre al género que se llamó «Impresionismo».

_ Ese fue el primer paso para los que pinté en Londres. Sus brumas eran perfectas para los efectos que pretendía conseguir al representar el Parlamento, el puente de Waterloo, el Támesis y otros muchos lugares emblemáticos.

_ No olvidemos la Catedral gótica de Rouen ¡nada menos que treinta lienzos! representando distintos momentos del día y de las estaciones. Supuso un gran éxito para usted.

_ Es gratificante que el esfuerzo sea reconocido, sobre todo cuando se rompe con el estilo y los gustos del momento.

_ Mirando su obra me parece que los personajes son un complemento dentro de la composición. No ocurre igual con el retrato de su esposa Camille y su hijo, donde son sin duda los protagonistas.

_ Los dos fueron modelos en muchos de mis cuadros, pero éste es muy especial. Lo pensé como una instantánea fotográfica, donde el tiempo se detiene un momento.

_ Lo que me resulta más curioso en la evolución de su obra a lo largo de toda su vida, es que empezó como caricaturista. Siempre he pensado que uno nace con ese don y que es muy difícil aprenderlo.

_ Tenía que salir… a usted no se le pasa nada, en efecto; la falta de interés por las clases a las que asistía, fue la causa de que empezase esa disciplina.

_ Disciplina, que le resultó muy rentable gracias a los numerosos encargos que recibió.

_ No me puedo quejar, hasta hice una exposición con ellos.

_ Hay tantas cosas que me gustaría preguntarle. Creo que cuando este paseo termine pensaré que ha sido solo un sueño, pero aun así habrá valido la pena.

_ Tranquila, de este paseo quedará un hermoso recuerdo. Ha sido un placer conocerla.

_ Gracias, el placer ha sido mío.

¿A ver… ¿con quién estoy hablando?… Continúo sola en la sala.

¿Qué tengo en la mano? ¡¡¡Glicinas!!!

_¡Gracias maestro!

Exordio realizado por el profesor Alberto Requena al primer premio de narrativa obtenido por Mercedes Fernández Carrión.

“PASEO CON MONET”

«Paseo con Monet» es una narración cargada de sensibilidad y nostalgia que entrelaza el mundo real con el imaginario de una manera cautivadora.

Escrita en un lenguaje sencillo pero evocador, lleno de imágenes sensoriales (olores, texturas, colores) que transportan al lector al mundo pictórico de Monet. Utiliza un tono íntimo y reflexivo que conecta emocionalmente con el lector. La narrativa tiene un desarrollo bien logrado. Comienza con un viaje real y cotidiano que evoluciona hacia una experiencia onírica y mágica dentro del cuadro.

Explora la conexión entre el arte y la percepción humana, mostrando cómo las obras de Monet no solo se observan, sino que también se «viven». También aborda la idea del impacto perdurable del arte y la inmortalidad de los grandes maestros.

La idea de entrar en un cuadro y dialogar con el artista es un recurso creativo que, aunque no es completamente nuevo, aquí se maneja con frescura y encanto. El texto mantiene un ritmo pausado, acorde con la experiencia de contemplar un cuadro impresionista. Sin embargo, en algunos momentos el diálogo podría ser más ágil para evitar que se prolongue demasiado. El texto subraya la importancia de tomarse el tiempo para apreciar el arte y la belleza del mundo que nos rodea. Las descripciones sensoriales y atmosféricas son el mayor punto fuerte del texto. Permiten al lector sentir que está dentro del jardín de Monet. El cierre con las glicinas en la mano es un detalle hermoso que añade un toque de misterio y magia.

El texto es una pieza encantadora que combina literatura y arte de manera efectiva. Es una obra que celebra la capacidad del arte para transportarnos y transformarnos, logrando ser tanto un homenaje a Monet como una invitación a mirar más allá de lo evidente.